miércoles, 1 de agosto de 2012

Tecnología orgánica


Algo que siempre me ha atraído de la ficción, es la composición que se quiera dar de los objetos compuestos. Gracias a esto y la imaginación se han diseñado la gran mayoría de cosas útiles en nuestro día a día, especialmente en la mejora de materiales como fue el paso de la piedra a los metales y aleaciones.

Esto ha contribuido a crear mundos alternativos bien diferenciados por la tecnología usada, ahí tenemos los ejemplos del cyberpunk, steampunk, dieselpunk, etc. Pero hay una rama de estos desarrollos que siempre me ha llamado la atención, y es aquella que basa su construcción en vehículos y armas como si de órganos vitales se tratara. Lo que me parece fascinante de este punto de vista, es que todo se basa en un desarrollo bio orgánico que surge desde el propio sujeto, en vez de ser ajeno a su cuerpo.


Los Zerg de Starcraft son el ejemplo más famoso de ello. Están los zánganos que recogen suministros, los zergling que tantean el terreno, los hidraliscos capaces de derribar naves a escupitajos, los superamos que ejercen de control sobre la colmena... y así con cada función necesaria en la mera empresa de sobrevivir y expandirse. No necesitan herramientas, ya que ellos mismo lo són.


Cell de Dragon Ball Z es otro buen ejemplo de ello. Es un androide cuya base es 100% orgánica y diseñado para evolucionar con el tiempo, lo que le permitió mantenerse en su forma perfecta después de que Gohan le extrayera una de sus ampliaciones mecánicas. Aunque a decir verdad, esto también podría considerarse un ser vivo por su propia independencia, al poseer razonamiento propio.


Con Abyss encontramos el caso más extremo de tecnología orgánica, pues sus extraterrestres la desarrollan en nada menos que el agua, el líquido de la vida como se le puede llamar. Son inteligencias que hacen del líquido elemento su único órgano, que pueden manipular de forma libre para hacer absolutamente cualquier cosa, desde viajes espaciales hasta conservación de la propia vida de especies acuáticas.


Volviendo a los videojuegos, la gran mayoría del género shmup tiene como mínimo un final boss de este tipo. Uno está tranquílamente causando bajas al ejercito enemigo y de repente llega a un planeta/nave nodriza solo para descubrir que el destino de su misión se ha convertido en un control de plagas... entonces se replantea en cambiar el armamento pesado por unos cuantos botes de champú.


En la película Existenz, la historia gira en torno a videojuegos cuya forma es orgánica. Los jugadores integran la "consola" a su propio cuerpo, y la interactividad gira en torno a estímulos nerviosos que recrean las acciones del usuario. Es el mismo funcionamiento que la realidad virtual de Matrix, pero con distintos límites de conciencia en base al entorno que se esté recreando, desde una jungla de Pitfall hasta una granja de Harvest Moon.

Estos ejemplos son solo una pequeña parte de esta tecnología ficticia, pero en los mangas y los videojuegos orientales se puede encontrar un amplio abanico de ilustraciones basadas en esta idea, de hecho autores conocidos como Akira Toriyama y Katsuhiro Otomo han plasmado diseños de ese estilo en algunas de sus obras.

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