domingo, 24 de febrero de 2013

Figuras literarias: el pillo


TIRACHINAS. Nunca un solo objeto representó tanto a un personaje de ficción, ni a tantas generaciones de pequeños infantes con aspiración a colocar cojines de pedos en los asientos de los adultos de semblante más rígido del vecindario.

El pillo es una figura con la que todo el mundo está familiarizado principálmente por la televisión, ya sea por el propio Bart Simpson o por cualquier serie que transcurra en torno a un protagonista de estas características, como por ejemplo Shin-Chan, o Junior en Este Chico es un Demonio.


Su origen se sitúa en las pequeñas pandillas que los precedieron (y de las cuales haré su correspondiente exposición en el futuro), al reunir las virtudes de los miembros en el menor número de personajes posibles, reduciendo un grupo de 5 personajes en solo uno, acompañado opcionálmente de un ayudante ocasional y una mascota. No hay mucho que decir sobre su forma de ser, són la idealización de una infancia de travesuras y risas a base de gastar bromas a los demás, y de hecho la premisa siempre suele consistir en la elaboración y ejecución de un plan para solventar la discordia que la trama interponía en su día a día.

No puedo extender el post tanto como lo acostumbrado debido a que este es un tipo de personaje demasiado simple. Sus apariciones no se caracterizan por desarrollarlos en profundidad, al contrario, sus episodios tienden a la autoconclusión aislada con nulas consecuencias narrativas. Quizas el único pillo del que se tiene constancia de evolucionar a lo largo de su periplo es Jimmy Hopkins en Bully, al que vemos como aprende una o dos cosas importantes sobre la vida durante el transcurso del juego.


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