domingo, 12 de febrero de 2017

Cabaret


 

¿Sabéis una cosa que no soporto en una película? Que la trama principal esté de adorno. Y si encima al final todo termina igual que como ha empezado, peor todavía. Cabaret ha sido como transitar en un vehículo turístico, te muestran cosas de pasada con algunos comentarios para adornarlo, pero no te dejan indagar en ellas porque tienen que cumplir un horario, e intentan distraerte de eso con una atracción propia que, francamente, podrías montarte en tu casa. Eso es justo lo que hace este musical, te presentan muchos personajes secundarios, te insinúan muchas cosas interesantes que están sucediendo... ¡para nada! al final todo gira en torno a la pareja protagonista, propuestas y planes que preparan... ¡para nada!

Pongámonos en situación: Berlín, 1931. Durante el desarrollo de las escenas, el partido nazi gana mas representación política en el país, aumentando la presencia de sus miembros  hasta que al final todo el público del club está compuesto de militantes. ¿Sabéis en que afecta esto a los protagonistas en el desarrollo de la trama? EN NADA. Las únicas interacciones de los protagonistas sobre esto consisten en expresar su desaprobación con la ideología nazi, y una pelea que ni siquiera es debido a ello, sino a un arrebato originado por otro motivo.

Si queréis mi consejo, ahorraos las dos horas que dura toda la peli y buscad las canciones sueltas en Youtube, porque lo que ocurre entre una y otra no merece la pena.


 
 
PD: os debo una entrada, la semana pasada no hubo porque estoy ocupado ayudando con un trabajo.

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